Se cumplen ocho meses del recorrido de la Ruta de la Confianza, una iniciativa de la FIP y EPM que ha buscado transformar las relaciones entre la empresa, las autoridades locales y las comunidades de los 12 municipios del área de influencia del Proyecto Hidroeléctrico Ituango.
“La gran apuesta de la Ruta es generar confianza a través del diálogo. La confianza es un activo fundamental en los procesos de construcción de tejido social y un factor que aporta a la creación de operaciones empresariales sostenibles y viables”, explica la directora de Empresas y Construcción de Paz de la FIP, María Lucía Méndez.
La primera parada de la Ruta, que se llevó a cabo entre enero y abril, se centró en entender las relaciones entre los tres sectores. Con ejercicios de medición y reflexiones grupales se identificaron algunos de los factores que inciden en el desgaste de las relaciones y los bajos niveles de confianza. Por ejemplo, hay deficiencias en articulación, brechas en comunicación y difusión de la información, además de una percepción generalizada de que hay pocas posibilidades de cooperar. “Estos hallazgos son una oportunidad para crear espacios de interacción y acciones orientadas al trabajo conjunto”, dice el director Ambiental y Social del PHI, Robinson Miranda.
A esta primera etapa se vincularon 440 personas, de las cuales 278 eran representantes de las comunidades, 178 autoridades locales y 24 de EPM.
Para la segunda parada de la Ruta, que se realizó entre abril y agosto, el equipo de la FIP diseñó un plan de formación con el propósito de preparar a los participantes para la etapa de diálogo. Se llevaron a cabo cuatro grandes “encuentros para aprender” o EPA, centrados en fortalecer habilidades socioemocionales como toma de decisiones, resolución pacífica de conflictos, comunicación asertiva, empatía, escucha activa y trabajo en equipo. Además, los participantes recibieron capacitaciones técnicas sobre las problemáticas específicas de sus municipios.
Cada sector accedió a los espacios de formación por separado, preparándose para un diálogo que vendrá próximamente y que será horizontal. En total se realizaron 120 encuentros en esta etapa de formación.
“Estos espacios me han servido para entender, escuchar y tener buenas prácticas en el municipio. También me permitieron intercambiar conocimientos con otras personas”, dice un representante de las comunidades de Sabanalarga.
Por su parte, los EPA con los funcionarios de EPM permitieron reflexionar acerca de los modelos de relacionamiento. “Es importante cómo se comunican las cosas y más desde el rol que tenemos en la empresa”, dice uno de ellos. Los participantes reconocieron que la “empatía es clave para comunicar y entender al otro” y que, en ocasiones, sin darse cuenta, “se toman posiciones desde el prejuicio y la predisposición con las comunidades y las autoridades locales”.
Al final de la segunda parada de La Ruta de la Confianza, el equipo de la FIP capacitó a varios participantes en técnicas de facilitación de diálogo. Durante una semana, 44 personas provenientes de la empresa, las comunidades y la institucionalidad, se reunieron en Santafé de Antioquia para reflexionar sobre el diálogo como herramienta para construir desde el reconocimiento del otro.
Entre septiembre y noviembre se llevará a cabo la tercera parada, en la que los participantes de los tres sectores se reunirán por primera vez y darán inicio a espacios de diálogo para conversar sobre las problemáticas de sus municipios y concertar iniciativas que demuestren que es posible trabajar de manera conjunta a pesar de las diferencias.
“La FIP cree firmemente que dialogar genera confianza; que tener mayor confianza aporta a la transformación de las relaciones, y que las relaciones renovadas impulsan la cooperación y el desarrollo”, apunta María Lucía Méndez.
Amalgama, un camino para facilitar el diálogo