La construcción de paz en Colombia debe involucrar a todos los sectores de la sociedad para que sea exitosa y sostenible. En esto, el sector empresarial juega un papel clave por su capacidad de generar riqueza, conocimiento, empleo y entornos de gobernanza y confianza. “Las empresas deben saber que involucrarse en la construcción de paz genera beneficios tanto para las organizaciones como para las comunidades y los entornos donde operan. Liberarse de los costos directos e indirectos del conflicto armado es uno de ellos, así como ganar buen nombre y reputación”, dice María Victoria Llorente, directora de la FIP.
Por su parte, la sociedad recibe los beneficios de un sector comprometido. “Se fortalece el capital humano, se construye cohesión social y se estimula el desarrollo territorial”, añade Paula Gaviria, directora de la Fundación Compaz.
Por eso, la FIP y la Fundación Compaz, con el apoyo de Naciones Unidas (UN) y la Embajada de Suecia, analizaron las apuestas de cuatro iniciativas productivas lideradas por población o comunidades afectadas por el conflicto armado, que se articularon con el sector empresarial. Ese análisis permitió identificar diez aprendizajes que pueden ser útiles para que otras organizaciones los apliquen en su apuesta por construir paz.
Las iniciativas seleccionadas fueron Confecciones La Montaña, una fábrica de morrales, sudaderas y riñoneras, entre otros productos, de reincorporados de las FARC que viven en Anorí, Antioquia; Selva Nevada, una distribuidora de pulpa de frutas amazónicas y helados; la Mesa Nacional de Café, una cooperativa de excombatientes cafeteros con presencia en 10 departamentos del país; e Impulse Travel, una agencia de viajes que ofrece tours a grupos pequeños en lugares donde pueden impactar socialmente y crear oportunidades laborales.
Este proceso de documentación y análisis permitió ratificar que, efectivamente, es posible generar aportes decididos a la construcción de paz desde el sector productivo. Estos son algunos de los aprendizajes.
1. Reconocer la pertenencia al territorio, un primer paso para la generación de valor compartido
Selva Nevada, la distribuidora de pulpas de frutas amazónicas y helado, se reconoce como parte integral de los territorios en los que operan sus proveedores (Guaviare, Caquetá, Chocó, Putumayo, entre otros) e hicieron del bienestar y sostenibilidad de estos, un objetivo de la empresa. Lo anterior, va de la mano con tener visiones a largo plazo con la plena convicción de que esto genera valor compartido.
Catalina Álvarez, la gerente administrativa de Selva Nevada, reconoce que, para llegar a este punto, debieron hacer ajustes en el relacionamiento con sus proveedores: “Pensamos en una estrategia diferente con dos lineamientos principales. El primero, la construcción de proyectos a largo plazo, donde el acompañamiento fuera permanente; y el segundo, transformar la manera en que nos relacionábamos con la comunidad. Si uno es socio de la gente pues lo ven de igual a igual, y el trato cambia. Así es la forma de hacer empresa: apostando a largo plazo y distribuyendo las responsabilidades y los retos de manera horizontal donde ambos arriesgan y se benefician”, dice.
2. Los territorios son diversos: identificar sus características es clave para la sostenibilidad
Es clave identificar y tener en cuenta los factores externos que pueden incidir en la operación de la iniciativa. Elementos como el reconocimiento de la vocación productiva del territorio y los saberes propios de sus habitantes; las brechas en bienes y servicios públicos disponibles y las condiciones de seguridad o medioambientales, son determinantes en la consolidación y la sostenibilidad. Este es el caso de la Mesa Nacional de Café́, quienes identificaron las potencialidades productivas del territorio y, a partir de éstas, generaron alianzas y modelos productivos que aportan a la sostenibilidad de la iniciativa y del entorno.
Antonio Pardo, de la Mesa Nacional de Café, lo describe así: “el mapa de cultivos en estas regiones es café, coca, marihuana y amapola. Eso es Cauca y Nariño y muchas otras regiones del país donde el conflicto fue muy agresivo a causa del olvido del Estado. Nosotros lo que vimos alrededor de los Espacios Territoriales donde hicimos la reincorporación era que el cultivo legal, que genera arraigo, es el café. En esa lógica, para fortalecer las relaciones con las comunidades y para generar iniciativas productivas nuestras y fortalecimiento del tejido social, decidimos apostarle a este producto”.
3. El impacto es mayor cuando se trabaja con aliados
Establecer alianzas en todos los niveles, teniendo en cuenta las necesidades de las iniciativas productivas, es fundamental para potenciar su impacto en términos de sostenibilidad. La agencia de viajes Impulse Travel es una buena referencia de ello. Así lo describe Lizeth Riaño: “En la generación de oportunidades para las comunidades entran nuestros aliados. Generamos otro tipo de oportunidades como educación, formación y fortalecimiento de capacidades. Ahí entran aliados como gobierno, ONGs y empresas privadas. Estas alianzas estratégicas nos permiten generar impacto”. Conocer las necesidades de la iniciativa o el emprendimiento en las diferentes fases de la cadena de valor, es una variable clave al momento de consolidar las alianzas que realmente potencien la sostenibilidad de la iniciativa y su impacto.
4. Aportar a la construcción de paz es una decisión
Los aportes a la construcción de paz son diversos. Sin embargo, aportar desde un emprendimiento a la transformación del territorio y a las relaciones buscando un entorno pacífico y de bienestar, pasa por una decisión consciente y una planeación que se materializa en modelos productivos; en la constitución de alianzas que beneficien a población afectada por el conflicto y que empodere a las comunidades; en el cuidado consciente del medio ambiente y en una gestión atenta a no exacerbar conflictividades o a no generar acción con daño. Martín Batalla de Confecciones La Montaña lo describe así: “Somos campesinos produciendo en nuestra zona, queremos quedarnos ahí e impulsar el crecimiento y desarrollo productivo del área donde estamos. Queremos demostrar que sí es posible construir una economía alternativa en las zonas rurales con las comunidades y los campesinos, y queremos cumplir un enfoque fundamental del Acuerdo, que es el territorial. La paz tiene que construirse en los territorios”.
5. Construir y posicionar una nueva narrativa es un factor determinante
Cada vez más, los consumidores están teniendo una posición crítica frente a los productos y el consumo empieza, poco a poco, a ser un acto más consciente e informado. Conocer el propósito, las prácticas de sostenibilidad y el impacto que tienen las iniciativas en lo social, económico y ambiental, permite despertar el interés del cliente y/o consumidor. Además, estas narrativas facilitan y contribuyen a la recordación de la marca. Un ejemplo de ello es la narrativa que han construido desde Selva Nevada y que así describe Catalina Álvarez: “En Bogotá hay un porcentaje alto de la población que ya conoce las pulpas que producimos, que aprecia el producto, que entiende el valor que hay detrás y reconoce la importancia de su comercialización. Muchos de nuestros clientes son aquellos que les importa el medio ambiente y el desarrollo económico y social en otras zonas del país”.
Ingresando en el siguiente link podrá encontrar el micrositio de Sector Productivo y Paz, desarrollado por la Fundación Compaz, con información adicional sobre la documentación de las cuatro iniciativas, los resultados del proceso, algunas reflexiones y videos.
FIPCAST: Aprendizajes de paz desde el sector productivo