Desde 2009, estas tres instituciones se dedicaron a sensibilizar a los empresarios locales sobre el papel que podrían desempeñar de cara a la superación del conflicto y la construcción de paz en el país. En una primera parte del trabajo, se identificaron los principales retos y dilemas que enfrentan las empresas que operan en Colombia en cuatro regiones priorizadas y se realizaron tres estudios sobre temas críticos y estratégicos como la seguridad urbana, el soborno y la extorsión y los retos para la operación empresarial en entornos complejos, en especial el caso de Buenaventura. Cada uno ofreció recomendaciones a las empresas.

Fue en el marco de este proyecto que la FIP construyó el Observatorio de RSE, DDHH y Construcción de Paz, una herramienta útil de consulta, una suerte de biblioteca que suministra información cualificada, útil y actualizada en el tema y a la cual puede acceder el empresariado de manera práctica.

 

Luego, en una segunda fase que se prolongó entre 2011 y 2012, el proyecto se enfocó en construir herramientas prácticas que le permitan a las empresas enfrentar algunos de los retos que supone operar en Colombia. Entre ellas está el diseño y acompañamiento de dos pilotos de formación vocacional con las empresas suecas Electrolux y Scania y la elaboración de una guía práctica para enfrentar la extorsión desde la empresa privada.

Ambos pilotos se caracterizaron por un modelo gana-gana. Es decir, un esquema de trabajo en el que tanto la empresa como los participantes se benefician. Así, en ambos casos se unieron la necesidad, por parte de grupos de población específicos, de contar con oportunidades de generación de ingresos, y la necesidad de la empresa de tener mano de obra calificada para ampliar su operación.

En el caso de Scania se trabajó con 23 jóvenes que viven en zonas vulnerables de Bogotá. Este grupo recibió capacitación en el área de mecánica (80 horas) y también recibieron formación psicosocial. Al final, 17 de ellos se graduaron como auxiliares mecánicos y seis fueron contratados por la empresa.

En el caso de Electrolux se trabajó con 17 excombatientes de cinco ciudades de la Costa Atlántica a quienes se capacitó en la reparación de electrodomésticos (140 horas). Este piloto se orientó al emprendimiento, dado el interés de la Elextrolux de contar con más centros de servicio y la posibilidad de los participantes de acceder a capital semilla ofrecido por la Agencia Colombiana para la Reintegración. Al final, dos de los participantes crearon centros de servicios y siete se vincularon a otros centros ya autorizados.

Con relación a la Guía práctica para enfrentar la extorsión, el proyecto ANDI-NI-FIP se concentró en orientar a las empresas en los procesos de análisis de riesgos, claves para identificar y priorizar los riesgos que enfrentan y en el diseño de protocolos, políticas y procedimientos que les permitan manejar este delito de la forma más adecuada. Todo en el Marco de las Naciones Unidas en materia de empresas y derechos humanos.

Ya entre 2012 y 2013 se hizo un pilotaje de la Guía Antiextorsión en una empresa en Santander y cuatro en Cauca. Y, se desarrolló un modelo de operación empresarial atento a las particularidades de un entorno complejo, sensible a los derechos humanos y a la construcción de una paz sostenible. Para el desarrollo de este modelo se trabajó en Puerto Gaitán, un municipio del Meta donde confluyen grupos armados, economías ilegales y una institucionalidad débil. El modelo planteado se centra en el relacionamiento empresas-comunidades, así como con las entidades estatales que incidan en lo local.

Para la FIP, la apuesta por la construcción de paz, entendida como una transición capaz de transformar instituciones y reconstruir pactos sociales, es una apuesta en la que la participación del sector empresarial es definitiva. Esta participación, a su vez, incluye actuar conforme a una comprensión detallada del entorno de operación, y de las formas en las que la empresa puede efectivamente contribuir a generar y fortalecer instituciones inclusivas, a través de su interacción con comunidades locales y entidades del Estado con incidencia en lo local.

Empresas y paz

Durante la presentación de los resultados ya expuestos, la ANDI, la NIR y la FIP lideraron el panel Cómo construir paz desde el sector empresarial y los retos que esto supone. Para Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, hay que entender que el sector privado “no es una isla dentro de la sociedad” y reconocer “que somos parte de un rompecabezas, un eslabón en la cadena y no una burbuja aislada”. En el tema de construcción de paz ocurre lo mismo. Para la ANDI es necesario conocer “la ecuación” de las responsabilidades que va a tener cada sector de cara al postconflicto, para definir cómo será ese aporte, ya que en últimas la paz tiene que ser un asunto de todos.

 

Por su parte, Jonas Borglín, CEO de NIR, insistió en que la construcción de paz tiene que ser parte del día a día de la operación de las empresas colombianas, de “su saber hacer negocios”, a pesar de lo difícil de los entornos. Y María Victoria Llorente, directora ejecutiva de la FIP, destacó que aunque el sector privado sea una parte de la sociedad colombiana, tiene un papel especial en el postconflicto, y limitar ese papel a lo económico resulta equivocado.

“Hay muchas experiencias a nivel internacional que confirman la importancia del sector privado en la construcción de la paz. La invitación de la FIP es empezar a pensar en la importancia de la presencia empresarial en los territorios”, algo que para Llorente no solo depende de las empresas. “Tiene que hacerse de la mano de la hoja de ruta que trace el gobierno”, añadió.

Con relación a los retos, el director de la ANDI cree que la construcción de la paz no debe centrarse solo en lo que ocurre en La Habana. “La paz pasa por muchos otros escenarios”, dijo. Sin embargo, Llorente añadió que no todo lo que se hace en el campo social “le pega la paz” y que sin duda, “el acelerador de La Habana” ayudaría a la transición hacia la paz. “Sería un hito y nos va a poner a pensar a los colombianos en un país sin violencia, por eso hay que prepararnos, así no se tenga claro lo que va a salir de La Habana”.

La importancia de la reconciliación Por su parte, Humberto de la Calle, jefe de la delegación de paz del gobierno en los diálogos con la FARC, recordó en el cierre de la presentación de resultados del proyecto ANDI-NIR-FIP, que la paz va más allá de la firma de un acuerdo con la guerrilla y destacó la importancia de la reconciliación, en una etapa de construcción de paz. “La firma (con las FARC) es el comienzo de la construcción de la paz y pasa por la reconstrucción del tejido social”, dijo.

Entre los retos que para De la Calle son fundamentales durante ese proceso de transición hacia la paz, están la agudización del análisis para implementar los acuerdos que se firmen en La Habana, idear nuevas políticas públicas y proveer de recursos para hacerlos realidad.

“Hay unos elementos espirituales que a la larga son los determinantes, mucho más que los programas y los presupuestos, que es la tarea de reencuentro de los colombianos al finalizar la confrontación armada”, señaló. De la Calle se refirió al papel de la sociedad organizada en el postconflicto y reiteró que el perdón es un asunto privado, pero que la reconciliación si es un asunto de toda la sociedad. “La finalidad allá en el horizonte va mucho más allá de la firma del acuerdo, y esa finalidad pasa por la reconstrucción del tejido social, que no compete sólo al Estado. La contribución de la sociedad civil organizada es determinante”.

Aseguró además, que en el post conflicto el concepto de sector privado será mucho más amplio. “Es allí, en las comunidades, donde se van a gestar los mecanismos para lograr la aplicación y puesta en marcha de lo acordado".

Gestión para la paz