Como parte de la iniciativa “Las empresas en tiempos del covid-19”, la FIP continúa registrando y analizando las respuestas empresariales a la pandemia con un enfoque de conducta empresarial responsable.
Ahora comenzamos un nuevo ciclo enfocado en temas cruciales para las operaciones empresariales. Lo iniciamos, profundizando en las consecuencias que ha tenido la pandemia en las mujeres en tres temas fundamentales: desempleo, violencia doméstica e intrafamiliar y labores de cuidado (Ver nueva entrega)
La apropiación de un enfoque de conducta empresarial responsable frente a la situación de las mujeres en el país es de suma relevancia en la crisis actual. Esto, teniendo en cuenta que los sectores más afectados durante la crisis coinciden con las actividades que a 2019 contaban con un gran número de mujeres contratadas: los servicios domésticos con 94,1% de participación de mujeres, los hoteles y restaurantes con 66,3%, y el comercio al por menor con 55,4%.
No sorprende que, para el trimestre de marzo a mayo de 2020, el DANE haya reportado que la tasa de desempleo para las mujeres fue 21.4%, mientras que para los hombres fue de 15.2%. A lo que se suma que el 89.5% de las mujeres en Colombia realizan actividades no remuneradas en el hogar -como el trabajo doméstico-, y que su labor de cuidado se ha aumentado como resultado de las medidas de aislamiento preventivo obligatorio.
Todo esto pone en evidencia que son más las mujeres que los hombres con empleos vulnerables, de baja remuneración o subvalorados.
A su vez, se ha evidenciado que, entre el 25 de marzo y el 14 de mayo de 2020, las llamadas por violencia intrafamiliar a la línea 155 aumentaron en 169.8%.
La responsabilidad de las empresas
Los impactos de la pandemia han visibilizado y agudizado las profundas desigualdades socioeconómicas en las que viven las mujeres. Por eso, las empresas tienen la responsabilidad de continuar promoviendo y respetando sus derechos, y de resarcir cualquier daño que les hayan ocasionado. Las mujeres hacen parte directa o indirecta de las operaciones empresariales, incluyendo sus cadenas de valor.
Por ello, es crucial que las empresas dispongan de la capacidad para identificar las consecuencias diferenciadas de sus operaciones en este segmento de la población y adopten medidas apropiadas no sólo para prevenir y mitigar cualquier impacto sobre los derechos de las mujeres, sino también para promover que éstas sean valoradas y tratadas con dignidad.
Igualmente, cabe recordar que, como bien lo ha señalado ONU Mujeres, el empoderamiento económico de la mujer es un buen negocio: “Se estima que las compañías donde tres o más mujeres ejercen funciones ejecutivas superiores registran un desempeño más alto en todos los aspectos de la eficacia organizacional”.
En el monitoreo que ha hecho la FIP desde el inicio de la cuarentena, identificamos 20 acciones empresariales que buscan minimizar la agudización de las condiciones de vulnerabilidad que las mujeres enfrentan.
El 80% de las acciones registradas han generado impactos positivos que, vistos desde la perspectiva de derechos, se concentran en los derechos al trabajo y de acceso a medios de vida. Entre los sectores con mayor número de acciones registradas se destacan los sectores de comercio (40%), servicios (20%) y financiero (20%).
Esta nueva entrega también incorpora una serie de recursos (orientaciones, herramientas prácticas, entre otros) que las empresas pueden tener en cuenta en sus operaciones para implementar buenas prácticas de conducta responsable con enfoque de género.