Se suele pensar que el aporte que pueden hacer las empresas a la construcción de paz está centrado en su capacidad económica. En consonancia, los esfuerzos por buscar su vinculación a iniciativas de paz tienden a concentrarse en lograr aportes económicos para cubrir los costos del postconflicto, desarrollar alternativas de generación de ingreso para excombatientes y víctimas, incluso, financiar iniciativas desarrolladas por terceros.

No obstante, el universo de posibilidades que tienen las empresas para aportar a una paz duradera va mucho más allá del dinero. Mejor aún, en muchos casos la contribución más significativa que puede hacer una empresa a la sostenibilidad de la paz no es monetaria.

Sin duda, las empresas tendrán un papel protagónico en la economía del postconflicto y la paz. Quiero llamar la atención sobre dicho papel tanto en la economía política de la paz y la transformación de realidades locales íntimamente ligadas al conflicto, como en la reconstrucción de lazos comunitarios y capital social. Es en este sentido que desde la FIP venimos trabajando en la definición de una agenda empresarial que gravita sobre seis ejes:

Empresas y paz: más allá del dinero

Estos ejes son un llamado a pensar el rol de las empresas en la construcción de paz desde la perspectiva de la transformación de realidades, contextos, relaciones, capacidades y narrativas. Este texto se centra en lo que la FIP denomina emprendimientos para la paz. Se trata del eje que con mayor frecuencia podría asociarse a temas meramente monetarios, por lo que ahondar en él permite comprender nuestra propuesta de pensar a las empresas y la paz más allá del dinero o incluso a pesar de él.

En el campo de empresas y paz existen numerosos ejemplos de iniciativas que involucran a este sector en la generación de empleo o de oportunidades de negocio encaminadas a contribuir a la construcción de paz.

La FIP hace un llamado a pensar el rol de las empresas en la construcción de paz desde la perspectiva de la transformación de realidades, contextos, relaciones, capacidades y narrativas.

Una primera observación es que muchas de estas iniciativas se han centrado en ofrecer alternativas legales de generación de ingresos a excombatientes, lo que en estricto sentido las convierte en estrategias de mantenimiento de la paz y no de construcción de paz. Es decir, su aporte está más orientado a evitar que se desencadenen nuevos ciclos de violencia, que a transformar las dinámicas que han alimentado el conflicto.

Una segunda observación es que varias de estas iniciativas han estado concentradas en los aspectos puramente económicos, desconociendo el potencial que pueden tener. Un ejemplo de ello es un proyecto productivo que ha sido pensado para transformar realidades locales más allá de la generación de ingresos de quienes participan en él.

Es precisamente con el ánimo de superar estas dos observaciones que hemos elegido hablar de emprendimientos para la paz.

Pero ¿qué constituye un emprendimiento para la paz? ¿Basta con incluir en una iniciativa de empleo a algún grupo de población vulnerable en razón del conflicto? ¿Es suficiente con desarrollar un proyecto productivo con estos grupos de población o en un contexto marcado por el conflicto armado?

Un emprendimiento para la paz no se agota ni en el tipo de población ni en el contexto que involucra. Si bien estos dos elementos son importantes, a ellos hay que sumar un componente de transformación de dinámicas, realidades y condiciones que han resultado del conflicto, lo han posibilitado y/o alimentado.

En el mundo existen experiencias que dan cuenta de este tipo de apuestas. Un ejemplo son los proyectos productivos promovidos por diversas organizaciones en la antigua Yugoslavia y a través de los cuales además de hallar alternativas económicas fue posible generar procesos inter-étnicos de reconciliación[1].

Aunque menos conocidas, en nuestro país también existen experiencias que dan cuenta de cómo se pueden hacer apuestas por transformar dinámicas locales a través de esquemas de inversión social y proyectos productivos que van más allá de la preocupación por la generación de ingresos o la búsqueda de alternativas económicas. Varios ejemplos pueden encontrarse en zonas que como el Oriente antioqueño fueron epicentro de desplazamientos masivos y hoy son escenario del retorno de poblaciones con capital social precario y lazos sociales y comunitarios resquebrajados [2].

Las experiencias nacionales e internacionales muestran que más allá de la cuantificación de mayores ingresos, las iniciativas económicas que efectivamente contribuyen a la paz logran transformaciones profundas de las dinámicas y narrativas que rodean el conflicto.

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[1] Ver entre otros, Banfield Jessica et.al (ed.) Local Business Local Peace. The peacebuilding potential of the domestic private sector International Alert 2006

[2] Ver entre otros, Tiendas de paz: un proyecto que incentiva el retorno de desplazados a sus tierras, Revista Semana, 26 de abril de 2012http://www.semana.com/nacion/articulo/tiendas-paz...

 

Nota:

La FIP y Open Democracy lanzaron en diciembre de 2015 una serie de análisis y perspectivas sobre el postconflicto en Colombia que se publican en tres idiomas. Lea también: Perspectivas del postconflicto en Colombia de FRANCESC BADIA I DALMASES y MARÍA VICTORIA LLORENTE y Adiós a las armas de EDUARDO ÁLVAREZ VANEGAS.

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